Desde una perspectiva relacional de liderazgo, es importante mirar de cerca la comunicación entre ejecutivos y equipos.

Se llama la regla de oro del liderazgo: no hagas a los demás lo que no nos gusta que nos hagan a nosotros.

Un buen líder, un ejecutivo de referencia, tratará a su equipo como le gustaría ser tratado a él, con rigor.

¿Por qué es esto tan importante? Porque se trata de establecer un registro de comunicación, sin asimetrías, basado en la reciprocidad, que sea reconocido por todos y que agrade a los demás.

Este registro comunicacional debe ser claro y transparente. Tiene que crear un buen ambiente y permitir que las personas se sientan cómodas para expresar sus opiniones y hacer su contribución. No puede haber condescendencia.

Servir al Equipo es darle lo que necesita.

Otra máxima de liderazgo: Liderar es servir.

Servir a los mejores intereses del equipo, cueste lo que cueste.

Servir al equipo no desde la perspectiva de lo que el equipo quiere, desde la búsqueda de lo más fácil, sino desde lo que consideramos mejor para él, desde lo que el equipo necesita para florecer.

Así como un padre dará a sus hijos lo que cree que es mejor para ellos, lo que considera que necesitan para ser felices, así los ejecutivos intentarán dar a sus equipos, en conjunto, pero también individualmente a cada uno de sus empleados. todas las condiciones para que alcancen el máximo de su rendimiento.

Estas condiciones implican reglas, límites, disciplina, pero también refuerzo de la autoestima, comunicación, transparencia.

Escuchar es la clave de la influencia

Para lograr una buena relación con los equipos, los ejecutivos necesitan saber escuchar.

¡Escuchar no es escuchar! Escuchar implica querer comprender la perspectiva de la otra persona, ponerse en su lugar, sentir cómo se siente.

La mayoría de nosotros escuchamos con la preocupación de responder, no con la preocupación de comprender. Y esto hace toda la diferencia.

Escuchar significa ser receptivo a la influencia del otro para poder influenciarlo también. No implica que todos estemos de acuerdo permanentemente, pero sí que estemos abiertos y admitamos que otros pueden tener mejores ideas que las nuestras.