Todavía parece haber un gran distanciamiento entre hacer y delegar, entre decidir y dar la responsabilidad a otros para que tomen sus decisiones, entre lo que es el control y la inspiración, lo que son las reglas y la capacidad de improvisación.

Es fácil entender que si tenemos empleados de un nivel excepcional -capaces de tomar decisiones tan buenas o mejores que las nuestras- sólo podemos inspirarles, mostrarles el destino que queremos y dejarles trazar el camino por sí mismos, pensar, crear y decidir.

Para ello sólo tenemos que ser líderes a nivel de inspiración, mostrar la visión, determinar los objetivos y dejar que los empleados excepcionales hagan el resto y tomen las decisiones del día a día que nos lleven al camino del éxito.

En una empresa hay que saber escuchar y debatir abiertamente, independientemente de los niveles jerárquicos en los que se encuentren los actores, para poder garantizar que no sólo las normas y la gestión diaria, sino también la creatividad y la libertad de expresión formen parte de los valores de la empresa. Es esencial garantizar que todos puedan contribuir al funcionamiento diario de la organización.

Para ello, todos deben conocer la visión de la empresa. Todos los empleados, absolutamente todos los empleados tienen que saber hacia dónde va la empresa y cuáles son los grandes objetivos.

Los empleados también deben sentirse libres para dar su opinión, compartir sus ideas y contribuir al desarrollo de la empresa. Con la aportación de las ideas de todos, con la colaboración implicada de todos los empleados, será más fácil llegar al destino fijado.

Aunque cada empresa es una compañía, es fundamental que cualquier líder de equipo garantice siempre estas dos caras: gestionar y liderar, tener reglas, pero estimular la creatividad, controlar, pero simultáneamente motivar y hacer que las personas crezcan por sí mismas y den sus opiniones libremente.

La cultura de la participación es fundamental hoy en día.

“El liderazgo de una empresa o de un equipo consiste precisamente en tomar las mejores ideas del grupo, desarrollarlas con la contribución de todos y construir un futuro mejor y más fuerte.”

Hay un dicho popular que dice que dos cabezas piensan mejor que una. Bueno, en una empresa, todas las cabezas piensan. Es en la diversidad de opiniones e ideas donde las empresas crecen. Y es en la discusión sana donde se construyen los mejores proyectos.

Los líderes necesitan tener a su alrededor personas muy capaces y poder hacerles preguntas hasta que estén en condiciones de tomar una decisión.

La información que necesitamos para tomar las mejores decisiones suele provenir de otras personas.

“El mejor líder es el que hace funcionar la máquina y luego se desapega para que aparezca el resultado.”

Como líderes, no tenemos que dar necesariamente las respuestas. Tenemos que saber gestionar la información que nos llega. Los directivos tienen que escuchar a todo el mundo y recoger diferentes ideas, pero tienen que tomar ellos mismos las decisiones finales.