El proceso de delegación es siempre doloroso, ya que aumenta el nivel de riesgo que a veces los líderes no están preparados para gestionar. Pero, ¿cuál es el precio a pagar por no asignar responsabilidades y dar autonomía a nuestros equipos?

Como líderes, tenemos que crear sistemas para que todas las funciones se realicen bien, incluso en nuestra ausencia. Para ello, debemos formar a las personas de acuerdo con el sistema y supervisionar de acuerdo.

El proceso de sistematización consiste en probar un procedimiento, es decir, realizar la tarea una vez y documentar todo el proceso para que todos los que pasen por ese lugar puedan reproducirlo con el mismo nivel de calidad. Se trata de probar y medir el resultado hasta encontrar la fórmula adecuada, y luego establecer un mecanismo de control para el propio procedimiento. Si todo ha sido probado de antemano, será mucho más fácil corregir cualquier fallo futuro.

En situaciones ideales, la posición del responsable debe ser la de gestionar el equipo, organizarlo, dotarlo de las herramientas necesarias, garantizar la metodología y la sistematización, el ritmo de ejecución y el control de los indicadores.

Es absolutamente esencial delegar. Y eso significa ayudar a las personas a realizar la tarea de forma autónoma hasta el final. Debemos hacerlo, aunque se equivoquen las primeras veces. Si tratamos de salvar a nuestros empleados del error, o los castigamos severamente, nunca tendremos empleados excelentes. Tenemos que acompañarlos en el proceso y asegurarnos de que no haya interpretaciones erróneas que les impidan alcanzar sus objetivos.

Al igual que nos ocurre en casa con nuestros hijos, muchas veces nos resulta más fácil hacer algo por ellos que pedirles que lo hagan, y corregir cuando está mal hecho. Todo el proceso de preguntar, comprobar que está bien hecho, explicar cómo debería haberse hecho y pedirles que lo vuelvan a hacer de la forma correcta hace que parezca más productivo hacerlo nosotros mismos a la primera. Pero, ¿qué pasará la próxima vez que tengan que hacer esa tarea? En las empresas, esta misma actitud se produce constantemente.

Como líderes, debemos crear en nuestros empleados el hábito de pensar. Sólo así conseguiremos que la gente se implique y busque soluciones a los problemas.

“Henry Ford decía que los lideres verdaderamente inteligentes, contratan personas aún más inteligentes para trabajar en sus empresas siendo que su tarea es de gestionarlas.”