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Cláudia Pedrosa |

Leyendas de la isla de Madeira

 

En los primeros días de los Descubrimientos Portugueses, en 1418, un barco que seguía la costa africana fue desviado, por una tormenta, de su ruta original. Después de días a la deriva, los navegantes João Gonçalves Zarco y Tristão Vaz Teixeira ven tierra y descubren la isla de Porto Santo y su majestuosa arena.

Un año después, los mismos navegantes, acompañados por Bartolomeu Perestrelo, llegaron a la encantadora isla de Madeira.

 

La perla del Océano Atlántico abunda en leyendas de encantar, historias fantásticas y cuentos populares. Algunas están en el origen del nombre de pueblos, como es el caso de la primera leyenda.

 

SÃO VICENTE Y LA CAPILLA DEL CALHAU (CALLAO)

 

 

Hace muchos años...

... En una noche de tormenta, un galeón naufragó en la costa norte de Madeira, sin se salvar a un solo marinero.

Cuando llegó el día, había escombros del barco dispersos por todo el lugar, varios de los cuales golpearon la orilla de una pequeña aldea, quedando atrapados en las rocas (o callaos, como diría un lugareño).

Después de la tormenta, los habitantes descendieron con curiosidad y esperanza de poder encontrar algo mucho más valioso. Y he aquí, alguien grita:

- ¡Ven mirar! ¡Ven mirar!

Es ver a la gente en tal correría en dirección à la persona que dio la advertencia, y al llegar al lugar se encuentran ante una imagen de madera clavada en los callaos y un cuervo helado posado sobre ella. Tras una minuciosa investigación, con ojos y manos, dos presentes afirman que se trata de San Vicente y aseguran que la presencia del cuervo no hizo más que reforzar su brillante tesis.

Dicho esto, se decide retirar la imagen en ese momento y llevarla en procesión al pueblo para colocarla en la capilla. Una vez sacada de las aguas, el cuervo vuela y desaparece en el aire para una parte incierta.

Rápidamente, San Vicente se convirtió en el patrono del lugar y se eligió su nombre para el nombre del pueblo: S. Vicente.

Si parece que la historia termina así, pues aquí habrá un giro inesperado. De repente, la imagen desaparece, como por arte de magia, del altar. Los habitantes la buscaban desesperadamente, hasta que alguien se acordó de bajar a la orilla del mar ... no fuera al santo le gustar más la brisa marina y hubiera bajado allí. ¿Y no es que encuentra la imagen en el mismo lugar donde había golpeado la costa? Pronto los hombres trataron de hacer la voluntad del santo y construyeron una capilla en el mismo lugar: la Capela do Calhau (Capilla del Callao).

¿Y el cuervo? Se dice que, en los días de tormenta, aparece el cuervo ... Quién sabe, sólo ven a ver cómo está San Vicente.

 

DOS LEYENDAS DE RIBEIRA BRAVA

 

 

El pueblo de Ribeira Brava (Ribera Brava) está atravesado por una ribera y quizás se imagina que es brava. No lo es. Fue. Un día, el río se encrespo tanto que la población local temió lo peor.

Cuenta la leyenda que en ese fatídico día, el cura del pueblo de S. Bento da Ribeira (San Benito de la Ribera) entra en la iglesia directamente en el altar del patrono local y le quita el bastón. Luego, se acercó a la horrenda corriente de la ribera y, con mano firme, arrojó el bastón de San Benito al agua. Y en un abrir y cerrar de ojos, la ribera se calmó y reinó el silencio.

En recuerdo de aquel terrible día en el que los habitantes estaban a punto de perderlo todo, el pueblo cambió su nombre por el de Ribeira Brava.

 

 

Por estas paradas, también hay quien todavía sabe cómo contar una leyenda curiosa:

"Nuestra Señora estaba enferma y envió a buscar a la avispa. La avispa respondió:

- Me estoy apretando el cinturón para ir a misa.

Y no obedeció. Nuestra Señora dijo tan pronto como lo escuchó:

- Bueno, la avispa apretará tanto el cinturón que se quedará como degollada.

Luego Nuestra Señora envió a a llamar a la araña. La araña respondió:

- No puedo ir. Estoy tejiendo mi telaraña.

Tan pronto como Nuestra Señora se dio cuenta de la respuesta de la araña, dijo:

- Bueno, lo tejerás, pero nunca lo cubrirás.

Luego, Nuestra Señora envió por la abeja que estaba haciendo su amasadura de miel. La abeja llegó sin demora, zumbando por el aire. Tan pronto como llegó, Nuestra Señora le prometió:

-Abejita, tu amasadura servirá para encender el Santísimo Sacramento en el altar."

Y ahora miremos la verdad: la avispa tiene una cinturilla que incluso da lugar a la expresión "cinturón de avispa"; la araña teje y teje pero nunca logrará cubrir la telaraña; y hay cirios hechos de cera de abejas que arden en los altares de algunas iglesias. Como diría Fernando Pessa (famoso periodista portugués): y este, ¿eh?

 

LA CAMPANHA DE PONTA DO SOL

 

 

Muchos portugueses, cuando oyen hablar de Ponta do Sol, recuerdan a una anciana que se casó y rompió la sábana, así cantaba el cantante de Madeira, Max.

Pero no voy a hablar sobre ella. Pero si de una campana.

Hace muchos años, el pueblo de Ponta do Sol todavía tenía acceso solo por mar, los habitantes comenzaron la construcción de su iglesia. Cuenta la leyenda que en ese momento las olas del mar trajeron una imagen de Nuestra Señora de la Luz (¿qué más podría ser en Ponta do Sol? (Punta del Sol) y una campana de bronce.

La gente decidió de inmediato levantar un campanario en la iglesia y colocar la campana en el campanario. Y qué bien sonó esa campana.

No tardó en llegar a oídos de un canónigo de Funchal que existía una campana de este tipo y, tal vez por codicia, decidió solicitarla para la catedral de Funchal. Dada la orden, una noche, se cargó la campana en el barco que la llevaría a su nuevo destino. La embarcación zarpó y tan pronto como comenzó el viaje, se desató una gran tormenta. Poco después, una ola gigantesca barrió el barco y llevó la campana de regreso al callao de Ponta do Sol, dejando a la tripulación asombrada.

 

PORTO MONIZ Y LA LEYENDA DE LAS SARDINAS

 

 

En boca de la gente de Porto Moniz corre una leyenda sobre cierto padre e hijo agricultores.

Un día dejaron su pueblo del interior para ver el mar por primera vez. Al llegar a la orilla del mar estaban encantados y con ganas de degustar unas sardinas asadas. Cuando llegó el manjar, comieron hasta no poder comer más, sin pasar desapercibidos por la mirada atenta de unos pescadores. Estos últimos decidieron reírse de sus expensas y para deshacerse de unas cajas de sardinas que se habían estropeado por el calor, se acercaran y dijeron al padre que si quería podía comprar las cestas a bajo precio y plantar las sardinas en su tierra. Asombrado, el pobre reflexiona sobre la oferta y compra las cajas.

Allí siguen padre e hijo a su tierra y plantan las sardinas podridas como si fueran coles. Por supuesto que a los pocos días aparecieron las larvas y, en consecuencia, los pájaros. Temiendo que los pájaros se apoderaran de la plantación, los dos hombres se apresuran al campo con sus armas listas, listos para disparar si aterriza algún pájaro.

Quizás fue tanta la dedicación a proteger que se afectó la ponderación, solo así se puede explicar el disparo que el hijo dio en la cara del padre, cuando le apuntó a un saltamontes o cualquier otro insecto que le hubiera saltado en la cara. ¡Qué final tan triste!

Y cuando preguntamos qué pasó con la siembra de sardinas, los habitantes más no saben.

 

 

Para conocer estas y otras leyendas contadas por los guías locales, viaje a la isla de Madeira. Una vez en este increíble local, haga una de estas 5 actividades de ocio y aprovecha para acompañar uno de los recorridos por la hermosa isla, donde se quedará deslumbrado por su patrimonio natural.

Consejo de guía: asegúrese de tomarse un día para ir a la paradisíaca isla de Porto Santo 

 

| Isla de Madeira




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